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Ealde Business School alerta que, a medida que la inflación continúa presionando los bolsillos, los españoles adoptan una mentalidad más reflexiva, donde la sostenibilidad y el ahorro se convierten en prioridades clave.
La inflación y el contexto económico de incertidumbre han transformado los hábitos de consumo de los españoles. Este verano, las familias no solo gastarán menos, sino que lo harán de manera más reflexiva, priorizando la calidad sobre la cantidad. Según datos recientes, la inflación interanual en España ha alcanzado el 2,3% en junio, con una inflación subyacente del 2,2%, lo que sigue presionando los bolsillos de los consumidores. Sin embargo, más allá de la moderación del gasto, está surgiendo un cambio en la mentalidad del consumidor: consumir mejor, no solo consumir menos.
La compra impulsiva parece estar perdiendo terreno, dando paso a una forma de consumo más racional y enfocado en la eficiencia. Un estudio reciente de una consultora internacional revela que alrededor del 70% de los consumidores europeos han adoptado hábitos más reflexivos; así como muestra que en España el gasto en sectores como el vestuario ha disminuido un 0,8%, mientras que partidas como ocio y cultura han subido ligeramente.
Este ajuste en los hábitos no solo es una reacción a la inflación, sino también una respuesta a un entorno económico cada vez más incierto. Los consumidores están adoptando una estrategia de resiliencia doméstica, buscando reducir el despilfarro, comparar precios y planificar sus compras.
Según Sergi Simón, coordinador de los programas de maestría en Sostenibilidad y Gestión de Riesgos en Ealde Business School, “comprar de forma más racional es una herramienta eficaz para resistir los efectos de un contexto económico volátil, donde factores como las tensiones geopolíticas, la incertidumbre energética y los fenómenos climáticos están afectando el precio de los productos básicos”.
Además, fenómenos como el aumento de los precios de productos esenciales debido a eventos meteorológicos extremos en países mediterráneos están acelerando este cambio hacia un consumo más reflexivo.
Pero no solo la economía está detrás de este cambio. La creciente preocupación por la sostenibilidad ha empujado a los consumidores a ser más conscientes del impacto ambiental de sus decisiones de compra. Según una encuesta europea, más del 60% de los consumidores están priorizando productos con una menor huella ecológica.
“El consumo responsable se ha convertido, por tanto, en una estrategia no solo económica, sino también ética y práctica, donde los consumidores optan por productos locales, reutilizables o de mayor durabilidad, que además se perciben como una forma de protegerse frente a futuras subidas de precios”, explica el coordinador de los programas de maestría en Sostenibilidad y Gestión de Riesgos de la escuela de negocios.
Este cambio de mentalidad también plantea retos para las empresas. Las marcas ya no pueden confiar en mensajes vacíos o campañas verdes sin sustancia. El consumidor de hoy exige autenticidad, trazabilidad y compromiso real.
Las compañías que implementen estrategias basadas en la sostenibilidad (productos duraderos, envases reutilizables, o cadenas de suministro transparentes) no solo responden a una necesidad social, sino que también están reduciendo riesgos operativos y financieros, posicionándose mejor para el futuro.
De hecho, según Sergi Simón, “las marcas que apuestan por la circularidad o la eficiencia energética están experimentando mejoras tanto en reputación como en resultados económicos”.
Con todo esto, surge la pregunta: ¿estamos ante una tendencia pasajera o un cambio estructural en los hábitos de consumo? Para el experto de Ealde Business School, “todo indica que este es un cambio que ha llegado para quedarse. Lo que comenzó como una adaptación forzada a la inflación y la incertidumbre económica, se está consolidando como un enfoque más racional y responsable hacia el consumo”.
Como ha ocurrido con otras crisis pasadas, los hábitos adquiridos en tiempos difíciles tienden a perdurar, y hoy parece que consumir de manera informada y priorizando lo necesario está tomando fuerza como la nueva normalidad.
Este verano de 2025 no será recordado por el derroche, sino por la reflexión. “El nuevo consumidor busca no solo comparar precios, sino también valores. En un contexto de riesgos económicos, sociales y climáticos, el consumo responsable no es una moda, sino una estrategia de adaptación”, matiza Sergi Simón.
Comprar menos, pero mejor, es una oportunidad tanto para los consumidores como para las empresas. Y más que un acto de ahorro, consumir de forma racional es una inversión hacia un futuro más sostenible, equitativo y resiliente