por Retail Actual 16 de junio, 2025
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¿Alguna vez te has parado a pensar en el viaje que ha hecho un simple trozo de pan o un puñado de especias antes de llegar a tu mesa? Cada ingrediente, receta y tradición culinaria es fruto de siglos de descubrimientos, encuentros culturales y cambios. Carmen Cabrera (Marketing y Comunicación de Acesur/La Española) repasa qué hay detrás de los alimentos que consumimos a diario.

Quiero invitarte a que te sumerjas conmigo en la historia de la comida, en la evolución de la gastronomía, y a que descubras cómo la cultura, la innovación y una nueva forma de ver la alimentación han dado forma a lo que hoy ponemos en el plato. Y de paso, que redescubras el valor de los alimentos con historia.

La comida como reflejo de identidad cultural

Comer no es solo una necesidad. Es una forma de expresarnos, de compartir, de recordar. La alimentación es identidad: personal, familiar, comunitaria y nacional.

Lo que cocinamos y cómo lo hacemos forma parte de una historia que se transmite en silencio, entre cucharas de madera, olores familiares y palabras que se repiten mientras se pelan patatas. En cada receta hay una tradición. En cada sabor, un recuerdo. Por eso, comer también es contar historias y conservar nuestra herencia culinaria.

Un ejemplo de esto sería la paella valenciana. No es solo arroz. Es familia, es domingo, es fuego lento. Es parte de la cocina regional tradicional y un reflejo vivo de la historia de los platos típicos.

¿Cómo influyeron los viajes, el comercio y las migraciones en la difusión de alimentos por el mundo?

El intercambio de alimentos viene de lejos. Mucho antes de que existieran los supermercados, los ingredientes viajaban en barcos, a lomos de camello o en alforjas de peregrinos. Las grandes rutas comerciales, como la Ruta de la Seda, cruzaban continentes y llevaban consigo más que especias: llevaban formas de cocinar, sabores nuevos, ideas distintas.

Estos viajes provocaron verdaderas revoluciones en las cocinas de muchas culturas:

  • Nuevos productos como la calabaza o la berenjena llegaron a lugares donde antes no existían.
  • Se crearon técnicas para prepararlos, conservarlos y cultivarlos.
  • Nacieron mezclas, se transformaron tradiciones y surgió lo que hoy conocemos como cocina fusión.

En los cruces de caminos, los fogones se encendían con ingredientes de aquí y de allá. La historia de la cocina internacional se ha cocinado en esos encuentros.

¿Qué técnicas tradicionales de preparación y conservación se han mantenido o transformado con el tiempo?

Conservar la comida ha sido siempre un reto. Y una necesidad. Desde que se dominó el fuego, empezamos a transformar lo que recogíamos o cazábamos en algo más duradero, más seguro y sabroso.

Te resumo aquí algunas de las principales técnicas tradicionales de conservación:

Técnica

Origen histórico

Región de origen o uso destacado

Sabor que aporta

Secado

Prehistoria

Global

Concentración de sabor, dulzor

Fermentación

Más de 7000 años

Asia, Europa del Este, África

Ácido, Umami , complejo

Ahumado

Antigüedad

Escandinavia, América, Asia

Astringente, profundo, salado

Salazón

Civilizaciones mediterráneas

Roma, Grecia, Medio Oriente

Salado, Intenso

Conservas en grasa

Edad Media

Europa

Rico, graso, sabroso

Encurtido

Antiguo Egipto, India

Asia, África, Europa

Ácido, crujuente, refrescante

Técnicas como:

  • El secado
  • La fermentación
  • El ahumado y la salazón

...nos permitieron sobrevivir, viajar y compartir. Además de alargar la vida de los alimentos, crearon sabores únicos que definieron cocinas enteras y siguen presentes hoy en día.

Con el tiempo, la ciencia se unió a la cocina. Gracias a descubrimientos clave, llegaron: Enlatado, pasteurización, congelación...

Gracias a estos avances, millones de personas pudieron acceder a más alimentos durante todo el año. Pero también trajo consigo el auge de los alimentos ultraprocesados y un cambio profundo en la evolución alimentaria.

¿Qué impacto tuvo la industrialización en la producción y el consumo de alimentos?

Hoy puedes comprar tomates en invierno o comer mango en cualquier esquina del mundo. Esta abundancia ha cambiado nuestra forma de comer, cocinar y comprar. Aunque también ha traído consigo cierta pérdida:

  • Sabores auténticos
  • Conexión con la procedencia de los ingredientes
  • Respeto por los ciclos y el origen natural de los productos

Esta comodidad ha terminado alejándonos de lo esencial. Comer se ha vuelto rápido, automático. Pero detrás de cada alimento hay una historia que merece ser contada y saboreada.

¿Qué alimentos han resurgido gracias a tendencias de salud, sostenibilidad o redescubrimiento cultural?

Cada vez más personas están recuperando prácticas que parecían olvidadas. La fermentación casera vuelve. Se valoran los cereales antiguos. Se buscan productos de temporada. Y no, no es una moda. Es una necesidad que nace del deseo de reconectar.

¿Por qué?

  1. Sostenibilidad. Aprovechamiento total, respeto al entorno.
  2. Salud. Menos aditivos, más nutrientes. Comer bien sin complicarse.
  3. Cultura. Volver a las raíces y reconocer lo propio.
  4. Sabor. Cocinar sin prisas, dejar que los ingredientes hablen.

Por ejemplo, ahora, muchas panaderías están usando kamut o espelta. Lo hacen por la calidad, el sabor y el respeto a una gastronomía con raíces que ha sido parte de nuestra historia.

¿Qué papel juegan hoy los productores artesanales y las prácticas sostenibles en la evolución de los alimentos?

Queremos saber más. Ya no nos basta con mirar la tabla de valores nutricionales. Necesitamos conocer la historia, saber quién está detrás, entender de dónde viene lo que comemos.

Los códigos QR o herramientas similares nos permiten descubrir mucho más: procesos, procedencias, personas. La información ahora viaja con el producto, y eso cambia nuestra forma de elegir.

Movimientos como Slow Food nos ayudan a mirar la cocina con otros ojos. Cada ingrediente tiene un origen. Cada receta, una memoria. Y cuando lo sabemos, el sabor cambia.

¿Cómo podemos integrar esta conciencia histórica y cultural en nuestras decisiones de compra y cocina diarias?

Aquí van algunas ideas fáciles para empezar a reconectar con lo que comemos:

  1. Infórmate. Lee más allá del etiquetado. Usa apps, investiga, pregunta.
  2. Compra local y artesanal. Apoya a quienes hacen las cosas con mimo y saber hacer.
  3. Cocina con calma. Vuelve a técnicas como la cocción lenta o la fermentación.
  4. Recupera recetas con historia. Pregunta a tus mayores, cocina en familia.
  5. Haz de cada comida un acto de conciencia. Comer también es un acto cultural.

Cada alimento tiene algo que contar. A veces, la historia viene de muy lejos. Otras, es reciente, pero igual de importante. Cuando conoces lo que hay detrás, todo cambia. El sabor, la decisión, el vínculo con tu cocina.

“Mi abuela curaba los tomates al sol sobre una tabla de madera en el patio. Yo no entendía por qué tardaban tanto, pero cuando los probaba... sabía que todo ese tiempo valía la pena.”

¿Tienes alguna anécdota o recuerdo especial ligado a un alimento que hayas descubierto, redescubierto o valorado más con el tiempo? Me encantaría saber tu experiencia y cómo entiendes hoy la historia detrás de lo que comes.

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